martes, 30 de mayo de 2017


Taller de cuentos y relatos breves                  DEBERES – 16

Escriviu un relat en el qual la rapidesa sigui la seva principal característica. Tot ha de passar molt ràpid i s’ha d’explicar igualment ràpid. El (la) protagonista ha de sentir una sensació de vertigen (i el lector també), motivada per la rapidesa en que tot passa al seu voltant.

ESCENARI: ESPANYA

AMBIENT FISIC (LLOC ON ES DESARROLLA L’ACCIÓ): BARCELONA

AMBIENT TEMPORAL: FINAL DELS 70

ATMOSFERA: SEXE, DROGUES I ROCK & ROLL

 

El ritmo de la voz del narrador ha de amoldarse a lo que nos está contando.

Actualmente se tiende a acortar las frases porque la vida —y por tanto la realidad escrita— es más acelerada. Vivimos deprisa, queremos saber las cosas rápido, nos pierde la impaciencia. Por otro lado, si el narrador está contando una persecución, más vale que lo haga con frases cortas, concisas, para que el tiempo del discurso no sobrepase con creces al tiempo de la acción; las oraciones cortas dan velocidad al texto.

 

 

 

 

 

6. EL RITMO DEL DISCURSO

Aunque puede parecer que la cuestión del ritmo es más importante en la poesía que en la prosa, no es así. Es verdad que en prosa el ritmo puede ser más libre (más abierto a diferentes combinaciones) que en un poema, pero no menos importante.

El ritmo de la voz del narrador ha de amoldarse a lo que nos está contando. Si el ritmo está descompensado, el lector percibirá cierta somnolencia ante la monotonía de las frases o le entrará tal taquicardia que dejará el texto para hacerse una tila o irse a la cama.

El ritmo vendrá marcado por varios factores. El primero será la longitud de las frases. Las frases largas están muy bien para hablar de sentimientos, por ejemplo, al estilo de Proust, pero no para la novela negra o el discurso publicitario. Actualmente se tiende a acortar las frases porque la vida —y por tanto la realidad escrita— es más acelerada. Vivimos deprisa, queremos saber las cosas rápido, nos pierde la impaciencia. Por otro lado, si el narrador está contando una persecución, más vale que lo haga con frases cortas, concisas, para que el tiempo del discurso no sobrepase con creces al tiempo de la acción; las oraciones cortas dan velocidad al texto. Si lo que nos está relatando, por el contrario, es la contemplación de un paisaje, se podrá recrear en oraciones largas y calmosas. En general (y respetando el estilo propio), conviene ir alternando frases largas y cortas, para evitar la monotonía o el frenesí.

La longitud de los párrafos también influirá en el ritmo del relato. Conviene no cansar al lector con párrafos quilométricos, ni hacerle saltar constantemente de uno a otro. Con todas las excepciones que pueda imponer cada narración, valga como norma general la misma que con las frases: alternar párrafos largos y cortos dará un ritmo variado al texto, como en las sinfonías los tramos lentos y rápidos.

Otro factor que regulará el ritmo es la subordinación o coordinación de las oraciones. La subordinación crea, en general, un efecto acumulativo (las oraciones subordinadas se van acumulando sobre la oración principal, engordándola y cubriéndola de matices significativos). La coordinación, por su parte, proporcionará reiteración (y, y, y; ni, ni, ni) y sucesión de los acontecimientos (Cogí el abrigo y me marché, y ella se quedó allí, y yo creo que todavía estará allí, cubierta ya de telarañas).

Vamos a ver un ejemplo de ritmo en unos fragmentos de un cuento de Gabriel García Márquez («El avión de la Bella Durmiente»). Dejaos llevar por la melodía maravillosa de la voz del narrador:

Era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la espalda, y una aura de antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesia que de los Andes. Estaba vestida con un gusto sutil: chaqueta delince, blusa de seda natural con flores muy tenues, pantalones de lino crudo, y unos zapatos

lineales de color de las bugamilias. «Esta es la mujer más bella que he visto en mi vida», pensé, cuando la vi pasar con sus sigilosos trancos de leona, mientras yo hacía la cola para abordar el avión de Nueva York en el aeropuerto Charles de Gaulle de París. Fue una aparición sobrenatural que existió sólo un instante y desapareció en la muchedumbre del vestíbulo.

[…]El vuelo de Nueva York, previsto para las once de la mañana, salió a las ocho de la noche.

Cuando por fin logré embarcar, los pasajeros de la primera clase estaban ya en su sitio, y una azafata me condujo al mío. Me quedé sin aliento. En la poltrona vecina, junto a la ventanilla, la bella estaba tomando posesión de su espacio con el dominio de los viajeros expertos. «Si alguna vez escribiera esto, nadie me lo creería», pensé. Y apenas si intenté en

mi media lengua un saludo indeciso que ella no percibió.

Se instaló como para vivir muchos años, poniendo cada cosa en su sitio y en su orden, hasta que el lugar quedó tan bien dispuesto como la casa ideal donde todo estaba al alcance de la mano. Mientras lo hacía, el sobrecargo nos llevó la champaña de bienvenida. Cogí una copa para ofrecérsela a ella, pero me arrepentí a tiempo. Pues sólo quiso un vaso de agua, y le pidió al sobrecargo, primero en un francés inaccesible y luego en un inglés apenas más fácil, que no la despertara por ningún motivo durante el vuelo. Su voz grave y tibia arrastraba una tristeza oriental.

Cuando le llevaron el agua, abrió sobre las rodillas un cofre de tocador con esquinas de cobre, como los baúles de las abuelas, y sacó dos pastillas doradas de un estuche donde llevaba otras de colores diversos. Hacía todo de un modo metódico y parsimonioso, como si no hubiera nada que no estuviera previsto para ella desde su nacimiento. Por último bajó la cortina de la ventana, extendió la poltrona al máximo, se cubrió con la manta hasta la cintura sin quitarse los zapatos, se puso el antifaz de dormir, se acostó de medio lado en la poltrona, de espaldas a mí, y durmió sin una sola pausa, sin un suspiro, sin un cambio mínimo de posición, durante las ocho horas eternas y los doce minutos de sobra que duró el

vuelo a Nueva York.

Fue un viaje intenso. Siempre he creído que no hay nada más hermoso en la naturaleza que una mujer hermosa, de modo que me fue imposible escapar ni un instante al hechizo de aquella criatura de fábula que dormía a mi lado. El sobrecargo había desaparecido tan pronto como despegamos, y fue reemplazado por una azafata cartesiana que trató de

despertar a la bella para darle el estuche de tocador y los auriculares para la música. Le repetí la advertencia que ella le había hecho al sobrecargo, pero la azafata insistió para oír de ella misma que tampoco quería cenar. Tuvo que confirmárselo el sobrecargo, y aun así me reprendió porque la bella no se hubiera colgado en el cuello el cartoncito con la orden de no despertarla.

[…]Como podéis observar, en este relato de melodía exquisita predominan las frases largas y coordinadas (y,y, y), pues la historia nos transmite una sucesión de acontecimientos, el transcurso de una noche de amor. Esa es la música de fondo de la voz del narrador. No obstante, se cuida bien de introducir de vez en cuando frases cortas que nos espabilan y rompen la letanía como toques de platillos («Me quedé sin aliento», «Fue un viaje intenso»…), así como frases subordinadas en la que los matices se superponen acumulativamente («Siempre he creído que no hay nada más hermoso en la naturaleza que una mujer hermosa, de modo que me fue imposible escapar ni un instante al hechizo de aquella criatura de fábula

que dormía a mi lado»). Asimismo, nos encontramos a lo largo del relato con párrafos cortos, de longitud media, y largos.
Por supuesto, el ritmo de la voz del narrador tiene mucho que ver con el estilo del escritor, pero también en buena medida con la historia que nos cuenta, y con la habilidad para evitar la monotonía o la dispersión. En conjunto, los relatos son como una sinfonía, con un ritmo de fondo y variaciones que se van desarrollando en consonancia con el contenido. Son técnicas que el escritor usará, en general, de forma intuitiva, pero que a la hora de revisar habrá de tener en cuenta

Francisco Ramos Torrejón. Escritor

"El relato breve tiene un ritmo frenético, se adapta a las nuevas formas de lectura"

Francisco Ramos es amante sin reparos de la literatura. A sus treinta y un años, con dos libros de relatos en su haber y una novela en ciernes, se inicia por primera vez en la coordinación de un curso de escritura en la librería Alejandría.

-¿Qué le impulsa a dar un taller de relato?

-Me impulsan las ganas de interactuar con un grupo de personas a la hora de crearlos. Me apasionan los relatos cortos y es realmente sorprendente lo que este género puede sacar de nosotros mismos. Ganas de seguir profundizando y aprendiendo en este género.

-¿Qué estructura va a llevar en las clases?

-La literatura no es como la música, no tiene escalas ni pentagramas. El escritor aprende igual que el músico que lo hace de oído, es mucho más difícil. Para aprender a escribir no hay otra forma que no sea leyendo y escribiendo, así que la estructura de las clases será esa, lectura y comentario de textos de grandes maestros y creación y puesta en común de los textos propios de los alumnos.

-¿Cómo lleva la experiencia de ser profesor? ¿La compagina con la de escritor? ¿La prefiere?

-Es la primera vez que imparto un taller, no me he planteado beneficios o desventajas de un papel respecto al otro. Disfruto de la literatura en todos sus ámbitos y espero que ésta sea una buena experiencia más, algo de lo que seguir aprendiendo.

-¿Cuáles son las virtudes de un relato frente a una novela?

-Hoy en día la sociedad nos impone un ritmo de vida frenético, apenas tenemos tiempo para dedicarnos a aquello que nos gusta. El relato breve tiene esa estructura frenética, ese ritmo vertiginoso y no requiere de un gran espacio de tiempo para ser leído. Se adapta más a las nuevas formas de lectura, la mujer o el hombre que leen en el tren o el autobús mientras van camino del trabajo. Esa brevedad condiciona un desarrollo que en una novela es difícil mantener durante muchas páginas. Hay quien dice que un relato es más difícil que una novela, porque se trata de condensar en pocas líneas todo aquello que deseas decir. En una novela tienes más espacio para jugar y menos para imaginar. El relato insinúa mucho más que la novela, cuyo cometido es no dejar ningún cabo suelto.

-¿Qué puede aportar desarrollar cuentos a una persona que no esté acostumbrada a trabajar la literatura?

-José Antonio Hernández Guerrero dice que la literatura es una forma de vivir la vida más plena y más intensa. Yo también estoy seguro de ello. Desarrollar cuentos es bucear en el interior de uno mismo y penetrar en grandes simas, sacar a la luz rincones de nuestra mente y nuestra alma que creíamos olvidados, buscarse y encontrarse uno mismo. En definitiva, vivir.

-Hay muchos grandes autores de cuentos. De hecho algunos solo se han dedicado a ello en exclusiva, como Raymond Carver, si se exceptúan algunos poemas. ¿Sus preferidos?

-Cortázar y García Márquez siempre son referentes, hagan lo que hagan y en cualquier forma que escriban. Anton Chejov es un maestro del relato corto. Pero en España también hay grandes autores del género breve, como José María Merino, Luis Mateo Díez o Andrés Neuman.

-¿Si no me equivoco tiene una novela publicada, El fontanero del mar. ¿Qué tal fue parir su primera obra?

-Tengo dos libros publicados, ambos son de relatos cortos. El fontanero del mar fue el primero, él abrió el camino, cumplió su objetivo y ahí se ha quedado. Fue una experiencia, una prueba de fuego más que un libro. Quería saber si aquello que hasta ese momento se quedaba guardado en un cajón podía llegar a alguien y para mí fue un resultado sorprendente. Luego llegó el segundo, Onironáutico, también de relatos cortos pero algo más maduro, con relatos no tan personales e incluso algunos surrealistas.

-¿Y en qué proyectos anda metido ahora?

-Estoy terminando de escribir la que será mi primera novela. Ya tiene título, El viaje del héroe, y a veces es lo más complicado. Espero acabarla en este mes de septiembre u octubre como muy tarde. También estoy publicando artículos de opinión en un grupo editorial latinoamericano con el que colaboramos varios escritores.

-¿Cómo ve el futuro de la cultura en España?

-Creo que pocas veces en la historia de la humanidad la cultura ha tenido tantas oportunidades y sin embargo ha sido tan maltratada. La cultura nos hace libres y precisamente a los gobiernos no les interesan los librepensadores. Con internet la cultura es más accesible que nunca, pero todo se restringe. Lo que no interesa no se publicita, no se saca adelante e incluso se sesga.

-¿Y de el país en general? La cultura está estrechamente ligada.

-Un país sin cultura es un país condenado. Por eso, ante este maltrato, la gente de la cultura debe dar un paso adelante, vivir al borde del abismo porque el aborregamiento nos lleva inevitablemente al ostracismo, a la vía libre a nuestros dirigentes para que sigamos siendo ciegos ante sus desmanes. Afortunadamente aún surgen movimientos como los del 15M, gracias a ese tipo de movilizaciones supimos que estamos vivos y que nosotros también contamos. Aún falta un empujón, pero estoy seguro de que llegará.

-Ya que estamos con cuentos, ¿no cree que la crisis podría ser un gran cuento en el que hay muchos interesados en que no se acabe?

-Por supuesto. La crisis no ha sido un volcán o un fenómeno natural impredecible cuyas consecuencias y daños desconocemos. La crisis es un fenómeno provocado, una reconversión del mercado más que una crisis. Se trata de arrasar nuestros derechos y guillotinar nuestras libertades. Creíamos que la utópica Europa acabaría igualándonos en condiciones a nuestros vecinos alemanes y, sin embargo, nos tratan de igualar a los marroquíes recortando nuestros sueldos y condiciones laborales tratando de conseguir mano de obra barata y esclavizada. Será entonces cuando las empresas y las multinacionales ofrezcan puestos de trabajo aquí y acaben con el paro, pero a qué precio. No podemos permitir que lo consigan, nosotros escribimos el final de este cuento.

Curso de relato breve a partir de septiembre, todos los sábados. Librería Alejandría, Sagasta 27. Tlf: 956228170.

 

martes, 23 de mayo de 2017


Taller de cuentos y relatos breves                  DEBERES – 15

Segle XXII

Després de la 3a Guerra Mundial va sobreviure la gent que tenia un “bunker” i els que eren a sota terra (metro, tren...) o van poder anar-hi.

 

Segle XXVI

La població està dividida en dos grans grups: el grup  que es troba a la superfície i el que viu a sota terra.

 

Escriviu un relat en 1a persona.  Descriviu la Barcelona del grup que escolliu (el de dalt o el de baix), intentant mostrar la atmosfera. Penseu que si escolliu el grup de baix poden ser físicament diferents de nosaltres.

Deixeu que la vostra imaginació voli lliurement.

 

martes, 16 de mayo de 2017


Taller de cuentos y relatos breves                  DEBERES – 14

Escriviu un relat en 3a persona que inclogui un diàleg entre els dos personatges principals. Han de començar parlant en un to irònic i acabar en un to clarament sarcàstic.

 

Ironía: “Figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice.”

 

Perdonen que no me levante. (Epitafio que dejo escrito Groucho)


Que  le den el 10% de mis cenizas a mi promotor artístico.


Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…

Hace tiempo conviví casi dos años con una mujer hasta descubrir que sus gustos eran exactamente como los míos: los dos estábamos locos por las chicas.

 


Sarcasmo: “Burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo.”

 

Nunca olvido una cara. Pero en su caso, estaré encantado de hacer una excepción.
La inteligencia militar es una contradicción en los términos.
He pasado una noche estupenda. Pero no ha sido esta.

Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente.

Es usted la mujer más bella que he visto en mi vida... lo cual no dice mucho en mi favor.

- ¿Por qué y cómo ha llegado usted a tener veinte hijos en su matrimonio? - Amo a mi marido. - A mí también me gusta mucho mi puro, pero de vez en cuando me lo saco de la boca.




Diferencias entre ironía y sarcasmo


Un gato frente a un plato de verduras que dice: "Gracias. Me encanta el tomate."

Ocurrió hace algunos meses, cuando en un ejercicio de composición se me pidió, entre otros requisitos, que usara la ironía.

Yo siempre pensé que eso de la ironía se me daba bastante bien (si has leído alguna de mis historias de Kerry Foster, sabrás a qué me refiero), así que cuando entregué el texto estaba segura de que había hecho un buen trabajo y de que la persona que lo iba a leer reconocería mi mérito.

Sin embargo, cuando me lo devolvió, se produjo una conversación parecida a esta:

-¿Por qué pones esto?  -Dijiste que usara ironía.  -Esto no es ironía, es sarcasmo.

Y entonces, mi cerebro cortocircuitó.

¿Sería posible que yo, una escritora que además hacía uso de manera habitual de esos recursos, no supiera en realidad lo que significaban?

Por el momento me limité a agachar la cabeza y a rumiar palabras de rencor. Pero esa persona tenía razón. Quizás yo podía intuir lo que era la ironía y lo que era el sarcasmo, pero si me hubieran preguntado, no hubiera sabido explicar con precisión dónde estaba la diferencia.

Así que al final me planteé escribir un post que me llevara a clarificar estos conceptos a la vez que ayudaba a algún otro posible escritor con ideas equivocadas.

La RAE responde

Antes de nada, veamos qué dice la Real Academia Española al respecto:

  • Ironía: “Figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice.”
  • Sarcasmo: “Burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo.”
    La similitud entre ambos conceptos se debe a que el sarcasmo es un tipo de ironía, por lo que en ambas figuras se da a entender algo diferente a lo que en realidad se está diciendo. Sin embargo, hay una diferencia en cuanto a la finalidad: el sarcasmo se usa con la intención de herir los sentimientos de alguien.
    Tipos de ironía y sarcasmo
    Esquema con los tipos de ironía.
     
    1. Ironía verbal
    Las explicaciones anteriores pueden aplicarse sobre la ironía de tipo verbal, porque la figura retórica adquiere sentido en los diálogos con otras personas.
    A lo mejor conoces a alguien muy dado a usar este tipo de ironía, y aunque sus comentarios no te resulten demasiado graciosos, no tienen por qué ser ofensivos. Sin embargo, si esa persona usara con la misma asiduidad el sarcasmo, probablemente iría dejando una estela de odio a su paso.
    Aunque la ironía verbal es quizás el tipo de ironía con el que más nos cruzamos en el día a día, este recurso también se manifiesta en otras formas en literatura:
    2. Ironía dramática
    Así por ejemplo, cuando surge de los eventos narrados y al margen de los personajes (de manera que solo los lectores podemos percibirla), es ironía dramática. Por ejemplo, si un joven se enamora de una mujer que pertenece a una familia enemistada con la suya, pero él no es consciente de ello, estaríamos ante un caso de ironía dramática. Y por cierto, Shakespeare era muy dado a usar esta figura literaria en sus obras.
    3. Ironía situacional
    Por otra parte, la ironía situacional sucede cuando el resultado de cierta situación es opuesta al esperado. Por ejemplo, si una estación de bomberos se quema, estamos ante un caso de ironía situacional.
    Sin embargo, no hay que confundir este tipo de ironía con la casualidad o mala suerte. En comparación al ejemplo anterior, si mi casa se quemara, no sería un hecho irónico, sino tan solo una desgracia. Sin embargo, si después de haber puesto este ejemplo en este post, mi casa de verdad se quemara, ahí sí que tendríamos un buen caso de ironía situacional, porque sucedió lo contrario a lo que yo esperaba (del mismo modo que no se espera que una estación de bomberos se queme).
     
     
    4. Tipos de sarcasmo
    Por último, el sarcasmo, que como hemos visto queda bajo el paraguas de la ironía, también puede tomar diferentes rasgos según el tono empleado, como por ejemplo el que se basa en la exageración, o el que se disfraza detrás de la cortesía. Y bien pensado… ¿no pertenecería la mordaz retórica de Sherlock Holmes a esta subcategoría?
    Por qué usar la ironía
    El valor que suelen añadir estos recursos al sentido de un texto es que hacen que el lector se pare a pensar sobre la distancia entre lo dicho y lo que se quería decir. Además, la ironía suele presentar enunciados inesperados, por lo que mantiene el interés y la variedad en la narración.
    Por otra parte, la ironía y el sarcasmo en ocasiones se usan para caracterizar a los personajes mediante lo que dicen. Si un personaje hace un comentario irónico, lo suele hacer sin intención de ofender, e indica que se toma las cosas con humor o que es ingenioso.
    Sin embargo, si un personaje está usando el sarcasmo, también está reflexionando y señalando las contradicciones del mundo, pero lo hace excluyéndose, desde una distancia segura que lo aparta del objeto de su mofa. Una vez más, no puedo evitar pensar en Sherlock Holmes.
    Ejemplos en literatura
    Cita de Oscar Wilde: "Un verdadero amigo  te apuñala de frente."
    Son muchos los autores que han usado la ironía de forma notable en sus escritos, como por ejemplo Shakespeare, Oscar Wilde o Jane Austen. Pero como no hay mejor manera de aprender a usar recursos narrativos que leyendo, os dejo aquí algunos ejemplos de citas de autores en los que podrás identificar el uso de ambos.

  • Ejemplos de ironía: 
    “Está prohibido matar; por lo tanto todos los asesinos son castigados a menos que maten en grandes cantidades y al sonido de las trompetas.” – Voltaire
    “El silencio es el único amigo que no traiciona.” – Confucio
    “Gracias por enviarme una copia de tu libro. Emplearé nada de tiempo en leerlo.” – Moses Hadas

  • Ejemplos de sarcasmo: 
    “¿Por qué habré nacido con estos contemporáneos?” – Oscar Wilde
    “Un tonto pobre siempre será un tonto. Un tonto rico será siempre un rico.” – Paul Lafitte
    “No fui al funeral, pero envié una carta diciendo que lo aprobaba.” – Mark Twain
    “Me siento tan miserable sin ti, que es casi como si te tuviera aquí” – Stephen Bishop