sábado, 4 de noviembre de 2017


Entorno, Escenario, Ambientación y Atmósfera

¿En qué se diferencian?

Tanto el entorno, el escenario, la ambientación, como la atmósfera, tienen una cosa en común: son el envoltorio de los personajes. Son elementos tan indispensables para la narración que, sin ellos, sería imposible transmitir aquello que se pretende. La obra quedaría hueca, insustancial, como un postre sin azúcar. Pero para entender su función en conjunto primero hay que entenderlos por separado.

El Entorno

Es todo lo que envuelve a la trama en sí, no es solo la ubicación física. Dentro del entorno entraría tanto el periodo histórico, la situación política, social, cultural, etc. Normalmente el entorno se presenta en los primero capítulos de la novela y ayudan al lector a ubicarse dentro de la obra. Si el lector no fuese informado del entorno en el que se encuentran los personajes, éste se pasaría toda la novela perdido y desorientado.

El Escenario

Si vemos una novela como si fuese una obra de teatro, el escenario sería el lugar físico donde se desarrolla la historia. Es decir, el escenario literalmente. Es donde se encuentran los personajes en cada escena. Suele ser meramente decorativo y cambiante, incluso en una misma escena puede haber varios escenarios.

La Ambientación

Proporcionar a un lugar un ambiente adecuado, mediante decoración, luces, objetos La ambientación es, sencillamente, la acción y el efecto de ambientar. Sugerir, mediante pormenores verosímiles, los rasgos históricos, locales o sociales del medio en que ocurre la acción de una obra literaria, de cine, de radio o de televisión.

 

 

La Atmósfera

La atmósfera no es solo aquello que envuelve el aire dentro de cada escena, tiene un significado mucho más profundo que va más allá de lo meramente visual. La atmósfera atiende a las emociones, pues refleja todo lo que sienten los personajes. Dicho de otro modo, la atmósfera es “el escenario de las emociones”, es el vial que conecta emocionalmente al lector con los personajes.

En cine, se denomina atmósfera al espacio de influencia de una película, al ambiente favorable o adverso que se pretende crear en determinadas escenas. En el cine, la atmósfera se planifica con cuidado con el fin de lograr la comunicación interactiva entre lo que hay en la pantalla y el espectador. Para ello, toda la trastienda del cine se vuelve operativa, los decorados, la música, los movimientos de cámara, el ritmo, la puesta en escena, los sonidos ambientales… En narrativa ocurre exactamente lo mismo. Toda la novela gira en torno a una atmósfera concreta.

Cuando hablamos de atmósfera de un cuento, no nos referimos solo a la descripción del clima atmosférico, que también puede ser un elemento más que ayude a crear esa atmósfera literaria.  La atmósfera de un cuento es pues una especie de aura que sobrevuela la escena y que nos proporciona no solo aspectos visuales que tienen que ver con la realidad, sino también con aspectos emocionales, con las sensaciones que trasmite y con el estado de ánimo del personaje. Para trasmitir es atmósfera al lector es necesario alguna descripción del escenario y del entorno en que se mueve el personaje o más bien de la situación general en que se encuentra dentro de la escena. En esas descripciones, cada elemento, cada objeto, es como un rasgo del estado emocional en que se encuentra sumido el personaje o que envuelve el espacio en el cual se encuentra. Este ejemplo es un fragmento de la novela del escritor chileno contemporáneo Jorge Edwards, El sueño de la historia. El protagonista, un chileno recién llegado del exilio, alquila un departamento en el centro de Santiago, y en él se instala:

“La oscuridad empezaba a caer en la habitación espaciosa, de techo alto, y él dejó que avanzara lentamente, sin prender luces contemplando la Plaza iluminada, con su agitación vespertina, nueva y antigua, sorprendente siempre, desde la sombra. Encendió más tarde una lámpara en el corredor, una ampolleta en las últimas, que parpadeaba, y abrió una puerta que no llevaba, parecía, a ninguna parte. {…} Colocó encima de la mesa una lámpara de velador y apagó las luces del resto de la casa. El toque de queda sobrevino muy pronto. Lo notó por la repentina desaparición de los automóviles en la calle, por el silencio profundo, en el que caía gotas, partículas de suciedad y de niebla amalgamada. Hacia las dos de la mañana, o hacia las dos y media, en una noche que se había vuelto planetaria, con la Vía Láctea y la Cruz del Sur encima de su balcón, él estaba enfrascado en las celebraciones de la llegada de Santiago de Nueva Extremadura de un nuevo gobernador y capitán general.”

Un aire pesado y oscuro se respira en el ambiente. Las sombras avanzan y se agazapan en los rincones de la casa. La ciudad se vuelve silenciosa y despierta con el toque de queda. Cae una lluvia sucia. La atmósfera de la casa y de la ciudad es agobiante, densa, con una carga de amenazas flotando en el ambiento. El personaje, sumergido en la lectura de unos viejos manuscritos, da un salto hacia el pasado histórico, y el espacio limpio y abierto del cielo austral cobija el sueño de lo que alguna vez fue y ahora revive en las letras antiguas, portadoras de una apasionante narración. Todos estos elementos crean una atmósfera de amenazas, miedo, soledad, que rodean al personaje que está reconstruyendo un mundo imaginario a través de la lectura. Sin embargo, la atmósfera opresiva se suspende cuando, más allá del presente, el lector-personaje descubre otro mundo, y en el silencio de la noche “planetaria”, las estrellas parecen adherirse a su sentimiento de liberación de las ataduras actuales, para dejarse envolver por una atmósfera de misterio y eternidad.

 

Cómo envolver al lector con la Atmósfera

La importancia del clima

A menudo encontramos el clima como sinónimo de atmósfera, y no es para menos. El tiempo atmosférico no solo influye en nuestras emociones, sino que también distorsiona el mundo que nos rodea y nos hace percibirlo de un modo muy distinto.

En el cine, la lluvia es un recurso que se utiliza constantemente para intensificar el dramatismo de una escena. Ya sea para darse un apasionado beso bajo la lluvia, como hicieron Audrey Hepburn y George Peppard en Desayuno con diamantes, o para hacer más terrorífico a ese Tyrannosaurius Rex husmeando detrás del coche. Todas esas escenas, sin lluvia, perderían muchísimo, quedarían desprovistas de magia.

Lo mismo ocurre con un día soleado, que transmite unos sentimientos muy distintos, más positivos y sosegados. Un cielo encapotado sugiere misterio, expectación… Una suave nevada puede ser relajante y a la vez inquietante.

¿Y cuántas películas y libros de miedo tienen lugar en una casa mientras fuera se desarrolla una fuerte tormenta? Si se repite tanto, será porque funciona, ¿no?

La legendaria frase de Roy Batty, el beso de Spiderman con Mary Jane Watson, la paliza al último samurái, todas esas escenas no serían lo mismo sin lluvia. Sin lugar a duda, el efecto que el clima ejerce sobre el escenario es inmensamente efectivo, En especial cuando se trata de acrecentar emociones. Es un elemento muy poderoso, úsalo sabiamente.

La Ubicación es determinante

El dónde se va a desarrollar la historia es vital para crear la ambientación deseada correctamente. Si pretendemos contar una historia de terror, lo tendremos más fácil utilizando de escenario una vieja mansión abandonada, los suburbios de una peligrosa ciudad, una vieja y oxidada fábrica, o una cabaña en mitad de un tenebroso bosque. Esto no quiere decir que sea inadmisible contar una historia de terror en un bonito y tranquilo vecindario, un campo de golf, o en una fiesta de cumpleaños. Pero sí es cierto que, en algún momento, habrá que distorsionar esa ambientación para tornarla tétrica y oscura, hasta que se convierta en algo verdaderamente terrorífico. Como el clásico payaso asesino que persigue a sus víctimas en un parque de atracciones…

Las pequeñas cosas, a veces, son las más importantes

A menudo, los detalles son una herramienta muy útil para intensificar una emoción o subrayar un aspecto que queremos resaltar ante el lector. Por ejemplo, en una escena romántica, exagerar el rojo de las rosas en la descripción o hacer hincapié en lo sensual que resulta la chica cuando se muerde el labio, son efectos que, en un contexto romántico, funcionan de maravilla.

Las Descripciones

Todo lo anterior es en vano si no se describe adecuadamente. Una descripción también tiene una pinceladas de sentimientos en ella, si esta emoción no es compatible con aquello que se pretende escribir, el mensaje no será efectivo. Podemos pretender que en una escena esté lloviendo, pues al protagonista le acaba de dejar su novia, pero si somos incapaces de transmitir la tristeza que invade al personaje, de nada nos sirve que esté lloviendo, nevando, o haciendo sol.

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