viernes, 26 de enero de 2018


Cómo usar el narrador en segunda persona
Hemos hablado ya sobre el narrador en primera persona y sobre el narrador en tercera y, al hacerlo, siempre aparecen preguntas relativas al narrador en segunda persona. Ya sea en los comentarios, ya por correo electrónico, muchos de vosotros nos planteáis vuestras dudas (no dejéis de hacerlo, contestamos siempre) sobre este narrador.
¿Cómo es? ¿Cómo se usa? ¿Cuáles son sus particularidades?
Hablemos sobre el narrador en segunda persona.
El narrador en segunda persona
Empecemos por definir qué es un narrador en segunda persona.
El narrador en segunda persona es aquel que cuenta la historia a un «tú» (o «vosotros» o «ustedes»). Lo vemos con varios ejemplos.
El primero está tomado de la novela Un lugar pagano, de Edna O’Brien:
Manny Parker era botánico, siempre a la intemperie hiciera el tiempo que hiciera, vivía con su hermana, que llevaba la confitería, comían carne los viernes, eran protestantes. Tu madre iba a su tienda, los consideraba gente de bien.
El siguiente pertenece a Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes:
Casa y hacienda, herencia son de los padres, pero una mujer prudente es don de Yavé y en lo que a ti concierne, cariño, supongo que estarás satisfecho, que motivos no te faltan, que aquí, para ínter nos, la vida no te ha tratado tan mal, tú dirás, una mujer sólo para ti, de no mal ver, que con cuatro pesetas ha hecho milagros, no se encuentra a la vuelta de la esquina, desengáñate.
El último pertenece a Aura, de Carlos Fuentes:
Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tú releerás. Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. Tres mil pesos mensuales, comida y recamara cómoda, asoleada, apropiada estudio. Solo falta tu nombre. Solo falta que las letras más negras y llamativas del aviso informen: Felipe Montero.
Narrador en segunda persona homodiegético o heterodiegético
Ahora que con estos ejemplos ya tienes más claro cómo funciona el narrador en segunda persona en el texto, te habrás dado cuenta de una cosa: el narrador en segunda persona puede contar la historia desde dentro o desde fuera de la misma.
Es decir, puede ser un narrador homodiegético o heterodiegético. No te asustes por los palabros, que en seguida los aclaramos.
El narrador en segunda persona puede ser un narrador homodiegético, es decir, que se sitúa dentro de la historia contada, como protagonista o testigo. Este narrador se corresponde con el narrador en primera persona. Así sucede en el caso de las novelas de Edna O’Brien y Miguel Delibes.
En ambas tenemos a una narradora que cuenta su propia historia. En Un lugar pagano es una mujer que recuerda su infancia y adolescencia en la Irlanda rural de los años treinta y cuarenta del siglo pasado. En Cinco horas con Mario se trata de una mujer que se acaba de quedar viuda y repasa la historia de su matrimonio ante el cadáver de su esposo.
En ambos casos se trata de un narrador homodiegético (primera persona) en toda regla que cuenta lo que sabe, lo que recuerda y lo que supone.
Pero el narrador en segunda persona también puede ser un narrador heterodiegético, es decir, que cuenta la historia desde fuera y que, por tanto, se corresponde con un narrador en tercera.
Como en Aura, donde un narrador omnisciente va relatando los pasos y vivencias del protagonista, Felipe Montero. Aquí tenemos a un narrador omnisciente que describe lo que hace el personaje principal casi de manera simultánea, como si la narración fuera «en tiempo real».
Entonces, si el narrador en segunda toma la perspectiva de un narrador en primera o de un narrador en tercera, según cuente la historia desde dentro o desde fuera de la misma, ¿cuál es su particularidad?
Que en el caso de la narración en segunda persona esta tiene lo que podríamos llamar un «destinatario interno».
El destinatario interno
Toda narración, sea una novela o un relato, tiene un destinatario: el lector.
Por lo general se trata de un destinatario colectivo, porque se compone de la multitud de lectores que disfrutarán de la lectura de la obra.
Ese destinatario colectivo está implícito y rara vez aparece mencionado en la obra. Aunque a veces lo hace, cuando el narrador interpela al lector para crear determinados efectos. Pero esto, aunque en puridad se trataría también de un narrador en segunda persona, requeriría un artículo aparte.
Además, ese destinatario colectivo e implícito es, y este es el quid de la cuestión, un destinatario externo. Está fuera de la historia y no sabe nada sobre ella excepto lo que va leyendo, no sabe sino aquello que el narrador le revela.
Sin embargo, el narrador en segunda persona se sirve de un destinatario interno. Es decir, un destinatario que está dentro de la historia y por tanto la conoce.
Es cierto que el destinatario interno del narrador en segunda no se pronuncia jamás, no da su versión de los hechos ni contradice o desmiente al narrador, pero está dentro de la historia.
Así, el «tú» al que se dirige la narradora de Edna O’Brien es ella misma. La mujer mayor que rememora sus días de juventud se está contando la historia de sus recuerdos a sí misma.
El «tú» al que se dirige la narradora de Miguel Delibes es Mario. La viuda interpela a su propio marido (de cuerpo presente).
El «tú» al que se dirige el narrador de Carlos Fuentes es el propio protagonista, Felipe Montero.
Cómo usar el narrador en segunda persona
Como hemos visto, la característica fundamental del narrador en segunda persona es precisamente ese destinatario interno.
Por tanto, si quieres usar este narrador, deberás prestar atención al destinatario interno al que se dirigirá tu narrador. Se trata de darle al lector las claves para que comprenda quién es ese destinatario al que se dirige la historia.
Tienes que tener claro:
·         Su identidad
Tienes que dejar claro quién es el destinatario de la narración, qué relación guarda con el narrador e incluso qué papel juega dentro de la historia.
Ten en cuenta que la identidad del destinatario marcará la manera en que el narrador se dirige a él. Por ejemplo, si es su amante se dirigirá a él con palabras de amor, pero si es el magistrado que juzga su caso lo hará de una forma más distante y respetuosa.
·         La relación entre narrador y destinatario
Esta relación atañe al grado de veracidad que el lector achacará a la historia contada y viene muy marcada por la identidad del destinatario.
Imagina el caso del acusado que escribe al juez, se le puede suponer un deseo de exponer los hechos de un modo favorable para él con el objetivo de obtener así la simpatía del juez.
Esto sucede en especial cuando se usa un narrador homodiegético (en primera persona).
·         El lugar y la época en que ese destinatario se encuentra
El destinatario interno puede compartir tiempo y lugar con el narrador, como la esposa de Cinco horas con Mario. Pero también puede estar en el pasado, como la joven a la que se dirige la mujer madura de Un lugar pagano. O en el futuro, por ejemplo en el caso de una historia que un hombre escribe para que su hija la conozca cuando sea mayor.
Si el destinatario interno y el narrador comparten lugar y tiempo, el narrador puede incorporar las reacciones del destinatario a su discurso.
Es decir, aunque el destinatario no se manifieste de manera explícita (no puede hacerlo porque el narrador no le presta su voz), el narrador da las claves de cómo reacciona el destinatario, dejando ver su sobresalto, desacuerdo, aquiescencia, hilaridad, etc.
Por ejemplo: «¿Te sorprendes? Pues sí, aquella noche vi como besabas a Isabel en la terraza. No te dije nada, pero lo vi». O bien: «¡No me interrumpas! Siempre haces lo mismo. Deja que termine de explicarte el estado en que llegué a la oficina aquel día. Me temblaban las piernas y casi no podía respirar».
Por qué usar un narrador en segunda persona
El narrador en segunda persona es un narrador la mar de interesante, ¿verdad? Pues aquí tienes un par de ideas por el que te puede interesar usarlo en tus textos.
·         Crear un efecto de oralidad
El narrador en segunda persona es ideal para crear un efecto de oralidad en la narración. Como si el lector, en lugar de leer, estuviera escuchando la historia que el narrador le relata.
Este recurso es ideal si escribes relatos. Puedes usarlo para comenzar a narrar tu historia, haciendo una pequeña presentación de la misma. Ánxel Fole lo utilizaba con frecuencia en sus relatos. Como en Lordanas.
Lo que os voy a contar sucedió en Lugo, por los últimos años del siglo pasado. Se lo oí a mi padrino hace ya mucho tiempo. Mi padrino sabía muchas de estas historias de miedo. Se lo oí una tibia noche del mes de julio, cuando estábamos sentados en la era, allá en Fingoi, una aldea que está cerca de Lugo.
O en El documento.
No se rían de mí si les digo que fui testigo de un documento firmado en la cima de un fresno, allá en la tierra de Amandi… Hará ya unos veinte años. Hacía dos o tres meses que estaba allí de maestro.
Esa apariencia de oralidad también puede funcionar muy bien en obras de fantasía épica, porque recuerda a la manera en que se narran las grandes hazañas heroicas de todos los tiempos, desde los cantares de gesta a las obras de la Antigüedad clásica, pasando por las sagas nórdicas.
·         Reforzar el lazo que se crea entre narrador y lector
El narrador en segunda persona también refuerza el lazo que se crea entre narrador y lector.
De manera casi inconsciente el lector se identifica con ese «tú» al que la historia se dirige, de manera que se siente aludido por la narración. Siente como si el narrador se estuviera dirigiendo directamente a él.
Toda obra busca que el lector empatice con lo contado y el narrador en segunda persona puede ayudarte a lograrlo.
·         Experimentar
Eres escritor y lo lógico es que quieras experimentar con las diferentes maneras de contar una historia, probar nuevos recursos, aprender, innovar, sorprender al lector…
Que todas tus obras sigan la misma estructura y usen el mismo punto de vista no solo aburrirá al lector, lo más seguro es que acabe por aburrirte a ti también.
Un narrador en segunda persona presenta ciertas complejidades, de ahí que su uso no sea tan frecuente (aunque tampoco es tan extraordinario y si prestas atención te vas a encontrar con él más veces de las que piensas). Pero deberías probarlo al menos una vez en tu vida.
Con lo que te hemos explicado, puedes intentarlo con ciertas garantías. Y si no sale bien, no pasa nada. Para aprender y mejorar hay que equivocarse muchas veces.
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