El tono
narrativo
La combinación del estilo y la descripción y el lenguaje produce ciertos
efectos sobre el ánimo del lector: establece un medio emotivo. El tono puede ser
melancólico o alegre, oscuro o misterioso, puede sugerir el terror o la
inocencia. EL TONO ES LA ACTITUD QUE ADOPTA EL NARRADOR ANTE LOS ASUNTOS
TEXTUALES, ES DECIR, ANTE LO QUE ESTÁ NARRANDO, ANTE LO QUE EL AUTOR QUIERE
COMUNICAR.
El tono puede ser más grave
o más agudo, más monótono o más cantarín, más serio o coloquial, y marcará la
cadencia del discurso. Los mismos hechos narrados en tonos distintos adquirirán
distinta relevancia, pudiendo navegar la narración entre los extremos de la
tragedia y de la farsa; de la alegría y el miedo; la excitación o la apatía.
Es fundamental para lograrlo
la elección de las palabras. Los muebles descoloridos o astillados, alguien que
arrastra sus pies, que levanta una antigua foto familiar con un brazo huesudo,
que lleva puesta una chaqueta gris de paño y tose constantemente… nos trasladan
a una atmósfera oscura, febril; en cambio, un gatito que tiene nombre porque es
un amigo, da brincos por la sala porque está contento, que saluda frotando su
lomo contra la pierna del personaje o se aleja altivo, según su estado de
ánimo, nos trasmite una alegría: el texto parece estar inundado de una luz que
falta en el anterior ejemplo.
Las palabras abstractas son las
que no se pueden percibir con los sentidos, mientras las palabras concretas son
aquellas que se pueden percibir y medir. Por ejemplo, la palabra “Amarilla” es
concreta, pero la palabra “agradable” es abstracta. Las palabras abstractas
“dicen”, y son utilizadas para moverse entre eventos. Las palabras concretas
“muestran”, y son utilizadas para escenas críticas porque colocan al lector en
las escenas con los personajes.
Las palabras generales son vagas,
como “auto” o “perro”. Estas son palabras concretas, pero se pueden aplicar
para un gran número de carros o gatos específicos, para que el lector se pueda
imaginar lo que él o ella quiera. En cambio, las palabras específicas como “Labrador”
y “Ferrari” restringen al lector con una imagen específica.
Observa el simbolismo. Esto es un
lenguaje descriptivo que revela lo que el autor o el personaje piensa o siente
sobre lo que está pasando
Un autor que escribe sobre un
personaje nadando en un lago de agua caliente y lo describe como un baño de
agua caliente, sugiere que el lago es incitante, relajante y calmante. Un autor
que describe el mismo nado como si estuvieras en una olla de agua caliente
puede sugerir incomodidad.
Estudia los detalles. Ningún
autor puede incluir cada detalle del personaje, una escena o un evento en la
historia. Qué detalles se incluyen y cuáles se omiten son indicadores
importantes del tono.
Un autor puede describir una casa
como si tuviera flores alegres en el jardín de en frente, lo cual sugiere que
la casa es feliz para ocupantes felices. Otro autor puede no mencionar las
flores pero habla de la pintura raída y ventanas sucias, sugiriendo que la casa
es un lugar deprimente ocupada por gente deprimida.
Escucha el lenguaje. El autor
puede escoger palabras acorde a su connotación, un significado más allá de su
definición literal, que es sugerida por una palabra, a fin de revelar al
lector, la actitud del autor hacia el tema.
Un autor se puede referir al
perro como un cachorro cariñoso, mientras que un autor que odie o le tema a los
perros con el adjetivo perro de “mala raza”. Un autor que se refiera a los
niños como mocosos puede tener una diferente actitud hacia los niños que
aquellos que los llaman ratas.
El crepúsculo y el anochecer son
descritos como periodos del tiempo entre el ocaso y la oscuridad total, pero
pueden sugerir distintas cosas. El anochecer es más oscuridad que la luz y
puede significar que la noche se está acercando rápidamente, con todas esas
cosas terribles que suceden en la noche. En contraste, el crepúsculo puede
sugerir que el amanecer, lo cual representa un nuevo inicio, está cerca y que
el sol ya se puso, señalando el final de un día difícil.
El orden de palabras en una
oración puede dar una señal sobre la parte en la cual tienes que prestar mucha
atención. Generalmente, el gran énfasis se da al final de la oración “John
llevó flores” enfatiza lo que John llevó, mientras que “Las flores fueron
llevadas por John” enfatiza quien llevó las flores. Invirtiendo el orden de las
palabras, el autor sorprende al lector sobre quien llevó las flores.
Muchos autores romperán las
reglas de la sintaxis a propósito con el fin de lograr un efecto deseado. Por
ejemplo un autor puede optar por colocar un sustantivo antes de sus adjetivos,
llamado hipérbaton, para agregar valor a los adjetivos y hacer que la oración
sea más dramática. “El día, oscuro y gris” alienta a que el lector le preste
más atención a la naturaleza inusual del día.
El tono se refiere a cómo el
autor se siente sobre el tema, mientras el estado de ánimo se refiere a la
forma en que el lector se le hace sentir acerca del tema por el autor.
Ya hemos visto que la voz
del narrador resulta decisiva para introducir aquello que queremos contar al
lector. Hablamos de voz porque hay algo de oralidad en cualquier texto escrito.
Aunque el lector sigue con los ojos, en silencio, las palabras y las frases, le
parece estar escuchando, en su interior, cómo alguien le va relatando (en un
tono frío o suave o amenazante) aquello que lee. Es por eso que somos sensibles
al ritmo, a la melodía y resonancia de las palabras, a las cacofonías… Sin voz,
sin sonido, todo esto no existiría.
Conjunto de textos recopilados de Internet
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