martes, 28 de febrero de 2017


El tono narrativo

 

La combinación del estilo y la descripción y el lenguaje produce ciertos efectos sobre el ánimo del lector: establece un medio emotivo. El tono puede ser melancólico o alegre, oscuro o misterioso, puede sugerir el terror o la inocencia. EL TONO ES LA ACTITUD QUE ADOPTA EL NARRADOR ANTE LOS ASUNTOS TEXTUALES, ES DECIR, ANTE LO QUE ESTÁ NARRANDO, ANTE LO QUE EL AUTOR QUIERE COMUNICAR. 

El tono puede ser más grave o más agudo, más monótono o más cantarín, más serio o coloquial, y marcará la cadencia del discurso. Los mismos hechos narrados en tonos distintos adquirirán distinta relevancia, pudiendo navegar la narración entre los extremos de la tragedia y de la farsa; de la alegría y el miedo; la excitación o la apatía.

Es fundamental para lograrlo la elección de las palabras. Los muebles descoloridos o astillados, alguien que arrastra sus pies, que levanta una antigua foto familiar con un brazo huesudo, que lleva puesta una chaqueta gris de paño y tose constantemente… nos trasladan a una atmósfera oscura, febril; en cambio, un gatito que tiene nombre porque es un amigo, da brincos por la sala porque está contento, que saluda frotando su lomo contra la pierna del personaje o se aleja altivo, según su estado de ánimo, nos trasmite una alegría: el texto parece estar inundado de una luz que falta en el anterior ejemplo.

Las palabras abstractas son las que no se pueden percibir con los sentidos, mientras las palabras concretas son aquellas que se pueden percibir y medir. Por ejemplo, la palabra “Amarilla” es concreta, pero la palabra “agradable” es abstracta. Las palabras abstractas “dicen”, y son utilizadas para moverse entre eventos. Las palabras concretas “muestran”, y son utilizadas para escenas críticas porque colocan al lector en las escenas con los personajes.

Las palabras generales son vagas, como “auto” o “perro”. Estas son palabras concretas, pero se pueden aplicar para un gran número de carros o gatos específicos, para que el lector se pueda imaginar lo que él o ella quiera. En cambio, las palabras específicas como “Labrador” y “Ferrari” restringen al lector con una imagen específica.

Observa el simbolismo. Esto es un lenguaje descriptivo que revela lo que el autor o el personaje piensa o siente sobre lo que está pasando

Un autor que escribe sobre un personaje nadando en un lago de agua caliente y lo describe como un baño de agua caliente, sugiere que el lago es incitante, relajante y calmante. Un autor que describe el mismo nado como si estuvieras en una olla de agua caliente puede sugerir incomodidad.

Estudia los detalles. Ningún autor puede incluir cada detalle del personaje, una escena o un evento en la historia. Qué detalles se incluyen y cuáles se omiten son indicadores importantes del tono.

Un autor puede describir una casa como si tuviera flores alegres en el jardín de en frente, lo cual sugiere que la casa es feliz para ocupantes felices. Otro autor puede no mencionar las flores pero habla de la pintura raída y ventanas sucias, sugiriendo que la casa es un lugar deprimente ocupada por gente deprimida.

Escucha el lenguaje. El autor puede escoger palabras acorde a su connotación, un significado más allá de su definición literal, que es sugerida por una palabra, a fin de revelar al lector, la actitud del autor hacia el tema.

Un autor se puede referir al perro como un cachorro cariñoso, mientras que un autor que odie o le tema a los perros con el adjetivo perro de “mala raza”. Un autor que se refiera a los niños como mocosos puede tener una diferente actitud hacia los niños que aquellos que los llaman ratas.

El crepúsculo y el anochecer son descritos como periodos del tiempo entre el ocaso y la oscuridad total, pero pueden sugerir distintas cosas. El anochecer es más oscuridad que la luz y puede significar que la noche se está acercando rápidamente, con todas esas cosas terribles que suceden en la noche. En contraste, el crepúsculo puede sugerir que el amanecer, lo cual representa un nuevo inicio, está cerca y que el sol ya se puso, señalando el final de un día difícil.

El orden de palabras en una oración puede dar una señal sobre la parte en la cual tienes que prestar mucha atención. Generalmente, el gran énfasis se da al final de la oración “John llevó flores” enfatiza lo que John llevó, mientras que “Las flores fueron llevadas por John” enfatiza quien llevó las flores. Invirtiendo el orden de las palabras, el autor sorprende al lector sobre quien llevó las flores.

Muchos autores romperán las reglas de la sintaxis a propósito con el fin de lograr un efecto deseado. Por ejemplo un autor puede optar por colocar un sustantivo antes de sus adjetivos, llamado hipérbaton, para agregar valor a los adjetivos y hacer que la oración sea más dramática. “El día, oscuro y gris” alienta a que el lector le preste más atención a la naturaleza inusual del día.

El tono se refiere a cómo el autor se siente sobre el tema, mientras el estado de ánimo se refiere a la forma en que el lector se le hace sentir acerca del tema por el autor.

Ya hemos visto que la voz del narrador resulta decisiva para introducir aquello que queremos contar al lector. Hablamos de voz porque hay algo de oralidad en cualquier texto escrito. Aunque el lector sigue con los ojos, en silencio, las palabras y las frases, le parece estar escuchando, en su interior, cómo alguien le va relatando (en un tono frío o suave o amenazante) aquello que lee. Es por eso que somos sensibles al ritmo, a la melodía y resonancia de las palabras, a las cacofonías… Sin voz, sin sonido, todo esto no existiría.

Conjunto de textos recopilados de Internet

 

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