El arte de ser breve
Entrega 6
La brevedad es la máxima del microrrelato, su principal
característica. Insistir en ella nunca está de más.
Sin embargo, aunque resulta sencillo de decir, ¿cómo se puede
cumplir ese objetivo? A continuación veremos algunos consejos que pueden
ayudar:
1. La puntuación en el microrrelato
Una puntuación adecuada puede utilizarse para sustituir algunas
palabras y dar al texto una mayor sensación de fluidez. Cuando sea posible,
atrévete a usar los dos puntos o el punto y coma. Por ejemplo:
Dejé corriendo a Rosa
en la guardería. Bueno, digo que la dejé, pero lo que ocurrió es que tuve que
permanecer allí hasta que las cuidadoras lograron separarla de mi pierna, a la
que se agarraba como un cangrejo.
Mientras que podía haberse dicho lo mismo de forma mucho más
sintética:
Dejé corriendo a Rosa
en la guardería; o mejor dicho, permanecí allí hasta que la separaron de mi
pierna, a la que se agarraba como un cangrejo.
Mediante el uso de un punto y coma para introducir la siguiente
frase, la segunda versión es sensiblemente más corta que la primera, pero aún
conserva la misma información.
2. Descripciones efectivas
Al escribir, y especialmente al describir, es vital lograr crear
una imagen en la mente del lector. Para lograrlo, parece evidente que deberán
usarse un gran número de palabras. Sin embargo, es posible escribir
descripciones potentes y muy sugerentes con pocas palabras si logras centrarnos
únicamente en aquellos detalles concretos que realmente dan vida a la escena.
La cocina estaba
sucia. Los zapatos se pegaban al linóleo, la pared era del color marrón de las
bolsas de té usadas, glóbulos de grasa goteaban por los azulejos manchados de
amarillo y los platos sin lavar se acumulaban en el fregadero lleno de agua
sucia.
Sin duda, se ha descrito una cocina sucia a la perfección. Pero es
posible tratar de crear la misma imagen usando menos palabras que vayan a lo esencial:
La cocina estaba
sucia: grasa añeja chorreaba por todas partes entre los platos sucios
acumulados.
En el microrrelato, nunca hay que perder la oportunidad de
reemplazar descripciones genéricas por detalles concretos.
3. Los diálogos en el microrrelato
Muchas personas evitan el diálogo en el microrrelato porque
consideran que ocupa demasiado espacio. ¡Al contrario! El diálogo es un
excelente vehículo para la exposición, para hacer avanzar la historia y para su
caracterización. Veamos lo siguiente:
—¿Por qué no estás
emocionada? —le preguntó su madre. —Ya he pasado por todo esto antes. Ni
siquiera estoy seguro de por qué lo hago. María jugueteaba con el ramo de
novia. Su madre suspiró con impaciencia. —Porque le quieres, supongo. —Sí,
pero...
A partir de esta breve conversación el lector puede inferir lo
siguiente: María se va a casar hoy, probablemente por segunda vez, aunque no
parece muy segura del paso que va a dar. Su falta de entusiasmo es evidente y
su madre parece una mujer impaciente. Además, se plantean cuestiones
intrigantes: ¿qué pasó en el primer matrimonio de María? ¿Por qué no está
segura sobre los sentimientos hacia su futuro marido? ¿Por qué es su madre tan
brusca con ella? Sin duda, una narración en que se aportaran todos esos datos y
sugerencias hubiera sido larga, pero aquí se condensan en unas pocas palabras.
El consejo de “hacer que cada palabra cuente” es relevante para
todos los géneros literarios, pero es especialmente cierto en el caso del
microrrelato. Aplica las técnicas que acabamos de ver para lograrlo.
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