martes, 14 de marzo de 2017


El ritmo narrativo

El director va a ir marcando con su batuta de director de orquesta, esto es, su voz,  el ritmo del discurso, que ha de amoldarse a lo que nos está contando. Si el ritmo está descompensado, el lector percibirá cierta somnolencia ante la monotonía de las frases o le entrará tal taquicardia que dejará el texto para cuando se sienta más tranquilo.

El rimo vendrá marcado por varios factores. El primero será la longitud de las frases. Las frases largas están muy bien para hablar de sentimientos, pero no para la novela negra. Actualmente se tiende a acortar las frases porque la vida, y por tanto, la realidad escrita, es más acelerada. Vivimos deprisa, queremos saber las cosas rápido, nos pierde la impaciencia. Por otro lado, si se está contando una persecución, más vale que lo haga con frases cortas, concisas, para que el tiempo del discurso no sobrepase con creces al tiempo de la acción; las oraciones cortas dan, pues, velocidad al texto. Pero si lo que se nos está contando es la contemplación de un paisaje, se podrá recrear en oraciones largas y calmosas. En general (y respetando el estilo propio) se recomienda ir alternando frases largas y cortas, para evitar la monotonía o el frenesí.

La longitud de los párrafos también influirá en el ritmo del relato. Conviene no cansar al lector con párrafos kilométricos, ni hacer saltar constantemente de uno a otro. Con todas las excepciones que pueda imponer cada narración, valga como norma general la misma que con las frases: alternar párrafos largos y cortos dará un ritmo variado al texto, como en las sinfonías los tramos lentos y rápidos.

Otro factor que regulará el ritmo es la subordinación o coordinación de las oraciones. La subordinación crea, en general, un efecto acumulativo: las oraciones subordinadas se van acumulando a la principal, engordándola y cubriéndola de matices significativos. La coordinación, por su parte, proporcionará reiteración (y, y, y) y sucesión de los acontecimientos.

Por supuesto, el ritmo de la voz del narrador tiene mucho que ver con el estilo del escritor, pero también en buena medida con la historia que nos cuenta y con la habilidad para evitar la monotonía o la dispersión. En conjunto, los relatos son como una sinfonía, con un ritmo de fondo y variaciones que se van desarrollando en consonancia con el contenido. Son técnicas que el escritor usará, en general, de forma intuitiva, pero que a la hora de revisar habrá de tener en cuenta.

Augusto Monterroso afirma que, cuando el oído del lector se acostumbra al mismo ritmo, triunfa el sopor. Por el contrario, «en un caballo es más difícil dormirse, y puedes acelerarlo o ponerlo al paso a tu antojo

 

Conjunto de textos recopilados de Internet

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