El ritmo
narrativo
El director va a ir
marcando con su batuta de director de orquesta, esto es, su voz, el ritmo
del discurso, que ha de amoldarse a lo que nos está contando. Si el ritmo está
descompensado, el lector percibirá cierta somnolencia ante la monotonía de las
frases o le entrará tal taquicardia que dejará el texto para cuando se sienta
más tranquilo.
El rimo vendrá marcado por
varios factores. El primero será la longitud de las frases. Las frases largas
están muy bien para hablar de sentimientos, pero no para la novela negra.
Actualmente se tiende a acortar las frases porque la vida, y por tanto, la
realidad escrita, es más acelerada. Vivimos deprisa, queremos saber las cosas
rápido, nos pierde la impaciencia. Por otro lado, si se está contando una
persecución, más vale que lo haga con frases cortas, concisas, para que el
tiempo del discurso no sobrepase con creces al tiempo de la acción; las
oraciones cortas dan, pues, velocidad al texto. Pero si lo que se nos está
contando es la contemplación de un paisaje, se podrá recrear en oraciones
largas y calmosas. En general (y respetando el estilo propio) se recomienda ir
alternando frases largas y cortas, para evitar la monotonía o el frenesí.
La longitud de los párrafos
también influirá en el ritmo del relato. Conviene no cansar al lector con
párrafos kilométricos, ni hacer saltar constantemente de uno a otro. Con todas
las excepciones que pueda imponer cada narración, valga como norma general la
misma que con las frases: alternar párrafos largos y cortos dará un ritmo
variado al texto, como en las sinfonías los tramos lentos y rápidos.
Otro factor que regulará el
ritmo es la subordinación o coordinación de las oraciones. La subordinación
crea, en general, un efecto acumulativo: las oraciones subordinadas se van
acumulando a la principal, engordándola y cubriéndola de matices
significativos. La coordinación, por su parte, proporcionará reiteración (y, y,
y) y sucesión de los acontecimientos.
Por supuesto, el ritmo de la voz del narrador tiene
mucho que ver con el estilo del escritor, pero también en buena medida con la
historia que nos cuenta y con la habilidad para evitar la monotonía o la
dispersión. En conjunto, los relatos son como una sinfonía, con un ritmo de
fondo y variaciones que se van desarrollando en consonancia con el contenido.
Son técnicas que el escritor usará, en general, de forma intuitiva, pero que a
la hora de revisar habrá de tener en cuenta.
Augusto Monterroso afirma que, cuando el
oído del lector se acostumbra al mismo ritmo, triunfa el sopor. Por el
contrario, «en un caballo es más difícil dormirse, y puedes acelerarlo o
ponerlo al paso a tu antojo
Conjunto de textos recopilados de Internet
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