martes, 21 de marzo de 2017


El conflicto

Personaje contra personaje

Es el tipo de conflicto más básico. Dos personajes (o dos grupos de personajes) tienen objetivos opuestos y luchan (muchas veces físicamente) para conseguirlos. Este conflicto puede plantearse de dos formas:

Protagonista(s) contra antagonista(s): la clásica lucha entre el bien y el mal o, lo que es lo mismo, los buenos contra los malos.

Protagonista(s) contra protagonista(s): no hay buenos ni malos, cada cual tiene sus motivos para luchar y el lector puede empatizar con personajes de ambos bandos.

Personaje/s protagonista/s (con el que empatizamos) contra personaje/s antagonista/s (es decir: los buenos contra los malos) o protagonista/s contra protagonista/s (no hay buenos ni malos, cada quien tiene sus motivos y el lector empatiza con personajes de ambos bandos). Las dos opciones son válidas. Dependiendo de la historia puede interesarnos más una, o la otra.

Personaje contra la sociedad

El protagonista o protagonistas se rebelan contra las normas establecidas. La sociedad es el antagonista en este caso, pero para ayudarnos a establecer un conflicto más evidente, podemos usar un personaje o grupo de personajes para representar a esa sociedad y concretar sus valores y motivos.

Ana Karenina, de Tolstói, es un personaje que se debate entre las férreas convenciones sociales de la época y sus sentimientos. Muchas veces durante la novela, la sociedad la representan personajes reales, amistades de los protagonistas.

Personaje contra lo sobrehumano

Ya puede ser contra los dioses, las fuerzas de la naturaleza, vampiros, fantasmas, demonios, el azar, el destino o las circunstancias de la vida… Ésta es una lucha a partes desiguales, un conflicto que parte con una clara desventaja hacia el protagonista, pero que nos mantiene en vilo precisamente por su dificultad. Ansiamos que lo consiga porque una victoria por su parte es una victoria para todos nosotros.

Personaje contra las máquinas

Un conflicto muy usado en el género de la ciencia ficción, del ser humano en batalla contra las máquinas que él mismo creó y que finalmente se rebelan. Este conflicto lo encontramos, por ejemplo, en la película Blade Runner

Otro buen ejemplo es la serie Battlestar Galactica, que empieza con un conflicto de humanos vs. máquinas. Sin embargo, a medida que avanzan los capítulos, esas máquinas se “humanizan” y se convierten en personajes principales, llevando la historia a un conflicto de personaje vs. personaje que la hace mucho más interesante.

El personaje contra sí mismo

Por último, quiero hablaros del que considero uno de los más importantes, pues al margen de cualquier otro conflicto en la historia, casi siempre deberíamos incorporar un conflicto de un personaje contra sí mismo. Esto no quiere decir que todos los personajes tengan que debatirse siempre entre grandes dilemas existenciales. Un personaje puede encontrarse en conflicto consigo mismo por asuntos más cotidianos o triviales, como elegir entre telefonear o no telefonear a un amigo para contarle que su pareja le está engañando.

Estas pequeñas batallas personales que todos llevamos dentro dan una nueva dimensión al personaje y a la historia, convirtiéndolos en algo más real y, por supuesto, más interesante.

En la lucha entre Darth Vader y Luke Skywalker en “El retorno del Jedi” hay un primer conflicto obvio de personaje contra personaje, dos fuerzas antagonistas liándose a a espadazos láser. Pero la escena funciona y nos mantiene enganchados no tanto por esta batalla como por los conflictos internos de cada uno de ellos. ¿Será capaz Luke de no dejarse llevar por el odio? ¿Podrá Darth Vader traicionar al emperador para salvar a su propio hijo? Eso es lo que se cuece realmente en la escena. Son los conflictos internos los que dan peso al enfrentamiento físico entre ambos personajes.

El conflicto es el detonante de toda trama y sin él, no hay historia. Dicho así, puede imponer respeto, pero lo cierto es que no es tan complicado como parece, así que vamos a ello. Aunque antes de empezar voy a proponeros un texto bastante sencillo pero que me servirá de ayuda para ilustrar los puntos que desarrollaré luego:

Imaginemos a un hombre (llamémosle Lucas) que sale del gimnasio y echa a correr hacia el coche con la bolsa de deporte sobre la cabeza para protegerse de la lluvia. Cuando llega al coche y está a punto de abrir la puerta, se detiene porque ve a Laura, la novia de su mejor amigo, besando a otro hombre en la acera contraria. La chica lleva unas gafas de sol, pero la reconoce igualmente.

El hombre se queda unos instantes bajo la lluvia sin acabar de creérselo, observando la escena. La pareja entra en una cafetería y Lucas se mete en el coche, pero no lo arranca, sino que se queda allí sentado con el teléfono en la mano. En la pantalla se ve el nombre de su amigo y su foto junto al símbolo de llamada. Lucas está a punto de marcarlo varias veces pero se detiene antes de hacerlo.

Un rato después, Lucas guarda el teléfono, baja del coche, cruza la calle sin importarle la lluvia y entra en la cafetería. Laura está sentada en una mesa con su acompañante y charlan animados. Lucas se acerca y se sienta frente a la chica, que lo mira desde detrás de las gafas de sol que no se ha quitado todavía y le pregunta “¿Tú qué haces aquí?”. Lucas ignora su pregunta, la mira con desprecio y le dice: “¿Con éste también ha sido un lapsus o eso sólo lo fui yo?”.

1. Usa la acción

El lema que siempre debe tener presente un escritor de “si puedes mostrarlo, no lo cuentes” también funciona para el conflicto. Todo lo que se pueda narrar a través de los hechos, de la acción, provocará una experiencia más intensa en el lector.

 

 

2. Usa los diálogos

Nada hay más aburrido que dos personas hablando por hablar, así que cuando introduzcas un diálogo en una historia es mejor que sirva para algo. El diálogo puede usarse para aportar información, para dar a conocer a los personajes, para hacer evolucionar la trama… pero también para introducir conflictos. Es una gran herramienta que con un par de frases nos puede ayudar a decir mucho.

En el diálogo del ejemplo, Laura no saluda a Lucas, sino que le pregunta secamente “¿Tú qué haces aquí?“, dejando entrever cierta hostilidad que puede deberse tanto a la relación previa entre ellos como al verse sorprendida con otro hombre. Además, con la respuesta de Lucas nos enteramos de esa relación anterior y podemos intuir que el hombre guarda cierto resentimiento al respecto.

3. Usa los elementos externos

Hay determinados elementos externos que pueden ayudarnos a reforzar un conflicto. Por ejemplo, la lluvia intensa de la que Lucas se protege al principio ya no le importa luego cuando descubre a Laura, lo que recalca un poco más la importancia emocional que tiene para él lo que acaba de ver.

4. Usa los símbolos

Algunos símbolos, como una herida, un color o un escenario (unas ruinas, por ejemplo) remarcan ideas o conflictos. Las cicatrices externas de un personaje suelen ser un reflejo de una cicatriz interna o, lo que es lo mismo, de un conflicto interno. La cojera del famoso Doctor House era el símbolo de sus traumas y problemas psicológicos.

En el caso del texto de antes, las gafas de sol de Laura podrían ser interpretadas como un símbolo también, ya que funcionan como una máscara, la pantalla que ella usa para protegerse y esconder su verdadera identidad.

 

Recopilación de la página WEB de Literautas.

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