Taller de contes
i relats breus DEURES – 10
Escriviu un relat de no més d’una pàgina.
Narrador: Protagonista en 1a persona.
Atmosfera: OBSESSIVA/INQUIETANT/AGOBIANT
La
atmósfera obsesiva
La obsesión
es una idea que asalta la mente con tenaz persistencia. La insistencia que la caracteriza origina una atmósfera agobiante en la cual se ve envuelto quien la padece.
La mayoría de las narraciones de Kafka, por ejemplo El laberinto, se distinguen por trabajar
situaciones cotidianas que resultan
obsesivas debido a la repetición.
La estructura de El laberinto se compone de varias escenas que repiten y combinan:
Una habitación.
Una calle con un niño.
Una habitación con una mujer.
Un inválido y un niño.
Un soldado por la calle.
El soldado sigue al niño.
Un cuartel.
El grabado de café en la habitación.
El niño conducta al soldado al café del grabado.
La
atmósfera inquietante
En este caso, la
insistencia depende de la situación. Cuando se repiten una serie de condiciones nefastas, terroríficas,
peligrosas, se crea una atmósfera
inquietante que envuelve a sus protagonistas.
Ejemplo:
En la situación descrita en el siguiente fragmento,
las repeticiones están indicadas de distintas maneras:
Con
la palabra: cada crujido/cada estremecimiento/cada maretazo.
La
acción de ver: vio/vio/vieron/vieron/vieron.
La
acción de flotar: flotar/flotante.
Un
objeto clave: un remo/otros dos/más.
Otro
objeto clave nombrado de distintas formas: una masa negra/una lancha perdida/
la lancha corriendo/un bulto.
“Temblaba de horror; y cada crujido del
fúnebre aparejo, cada estremecimiento de la lancha, cada maretazo de la
alcanzaba, le parecía la señal del último desastre. Para colma de angustia, vio
de pronto, por su banda, flotar un remo entre las espumas alborotadas; y en
seguida otros dos. También lo vieron los contristados pescadores. Y vieron más
a los pocos momentos: vieron una masa negra dando tumbos entre las olas. Era
una lancha perdida…Y la tempestad seguía desenfrenada, y la lancha corriendo,
loca y medio anegada ya, delante de ella. En uno de los bandazos, estuvo su
carel a medio palmo de un bulto que se mecía entre dos aguas, dejando flotantes
sobre ellas espesos manojos de una cabellera cerdosa…”
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