martes, 8 de enero de 2019


 

“La mejor manera de describir una habitación con una mesa es esta: «En la habitación hay una mesa»” – Julio Cortázar (Bélgica, 1914- Francia, 1984)

Parece de Perogrullo, pero no lo es: nos acostumbran desde pequeños a identificar lo literario como “complicado” o “rebuscado”. Nada más lejos de la verdad. Un buen texto no tiene por qué ser complejo a nivel de redacción; la mejor baza es siempre la historia y los personajes. A veces intentamos complicar la forma y hacemos que el lector se pierda lo esencial: aquello que queremos contar. Julio Cortázar se aplicaba mucho esta regla. Si habéis leído sus cuentos -y si no, empezad a hacerlo hoy mismo-, veréis que no utiliza grandes recursos estilísticos en su prosa… más bien deja que la historia hable por sí misma. Eso sí: sencillez bien trabajada, clara y pulcra.

 

“Alguien se mete en problemas y después consigue salir de ellos. A la gente le encanta esa historia. Nunca se cansan de ella”. – Kurt Vonnegut (EEUU, 1922- 2007)

Vonnegut estaba obsesionado con la estructura. Como buen escritor, sabía que la estructura es esencial para crear tensión dramática y enganchar al lector a la historia hasta el desenlace. Después de dar muchas vueltas al asunto (tiene toda una teoría sobre los diferentes tipos de estructuras de historias) resumió en esta frase la esencia de toda buena trama: el conflicto del personaje y cómo se enfrenta a él. Tanto si escribimos relato como novela, drama o guión, esta frase debe ser nuestro mantra.

 

 

“No digas que la luna está brillando: muéstrame su luz reflejada en el vaso” Anton Chejov (Rusia, 1860- Alemania, 1904)

Con esta fantástica frase, Anton Chejov resume una de las reglas de oro de la escritura: no decir, mostrar. Para que el lector viva de verdad nuestras historias (y resulten creíbles y emocionantes), más que explicar lo que ocurre, el narrador debe ponerlo frente a los ojos del lector y dejar que él sume dos y dos.

Una imagen, una palabra, un gesto… son detalles que hacen que el lector deduzca lo que está sucediendo en nuestra historia y de esta forma su participación es más activa. Confiad en que el lector es, como poco, tan inteligente como vosotros.

Cómo llevarla a la práctica: Pensad en cómo se explicaría la situación si vuestra narración fuera una película -donde, salvo las escasas que tienen una tramposa “voz en off” explicativa, el espectador deduce lo que le ocurre al personaje por lo que ve y lo que oye.

 

“Si es posible eliminar una palabra del texto, hazlo” – George Orwell (Reino Unido, 1903- 1950)

La revisión es parte esencial del trabajo de escritor; de hecho, algunos escritores dicen que es el 50% del trabajo. Y parte de esa revisión consiste en eliminar todo aquello que no es necesario para que la obra se entienda y se disfrute. Puede ser una única palabra, un capítulo, un extracto, un personaje o una subtrama entera. El texto siempre va a ganar si todo lo que aparece escrito está cargado de significado. El mismo Borges confesó que para él las revisiones significaban “cortar los flequitos” que le sobraban a su prosa.

Cómo llevarla a la práctica: Ejerced de abogado del diablo: releed vuestro propio texto como si fuerais un feroz crítico. Probad a tachar sin miedo. Experimentad.

 

“Toda escritura es una lucha contra el tópico, contra el cliché. No solo los clichés de la pluma, sino los del corazón y la mente” – Martin Amis (Reino Unido, 1949-…)

Esta frase sigue la misma estela de la anterior: no sólo el lector tiene ya unas expectativas, sino que , en literatura (como en todo el arte) aquello que se repite muchas veces deja de tener valor. Dicen que el primer poeta que escribió “Tus labios son como rubíes, tus dientes, como perlas” fue un genio, y el último, un necio. Usar comparaciones o metáforas ya muy trilladas, sentimientos y situaciones tópicas, o personajes llenos de lugares comunes puede restar valor a nuestro escrito.

Cómo llevarla a la práctica: Si quieres saber si, por ejemplo, una metáfora que has escrito (“mi corazón sangra”) ha sido muy usada, solo tienes que buscarla en Google, así, entre comillas. El buscador te dirá en cuántas webs aparece esa expresión; en el caso de “mi corazón sangra” se obtienen más de 15.000 resultados, así que podemos concluir que esa imagen ha sido muy utilizada.

 

Extraído del Portal del escritor

 

 

 

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