martes, 30 de enero de 2018


Taller de contes i relats breus                 DEURES – 13

Escriviu un relat de no més d’una pàgina.

Protagonista: El vostre personatge

Narrador: Aquiescent

Narració: Lineal

Atmosfera: Qualsevol, però que sigui potent

El narrador equisciente (tipos de narrador 3)

Existe un narrador en tercera persona que puede parecer en un principio omnisciente, pero a poco que nos fijemos podremos ver que, en realidad, se trata de un disfraz. El narrador en este caso está encubriendo a una primera persona, ya que su punto de vista es el de un solo personaje de la historia: se trata del narrador equisciente.

Este narrador equisciente sólo conocerá los pensamientos y motivaciones del personaje al que sigue, mientras que de los otros personajes sólo sabe lo que se puede ver o percibir. Sin embargo, a diferencia de un narrador en primera persona, el narrador equisciente también puede aportarnos cierta información que el personaje desconoce o describirlo desde un punto de vista externo a sí mismo.



Para poder valorar mejor si el narrador equisciente se adapta o no a la historia que queremos contar, aquí dejo un pequeño resumen de sus principales características:

1. Tiene una visión limitada:

Tal y como comentaba más arriba, el punto de vista de este narrador se ciñe a uno de los personajes y, por lo tanto, no puede saber lo que piensan los otros o cuáles son sus motivaciones. La visión que proporciona al lector es la misma que la que tiene el personaje al que sigue.

 

2. Explica una parte, sugiere otra:

Así como el narrador omnisciente es capaz de explicar todo lo que ocurre en la historia, en el caso del equisciente sólo puede explicar objetivamente lo que le sucede al personaje al que sigue. Digamos que sólo es un narrador omnisciente para éste, pero no para los demás. Su visión sobre el comportamiento del resto de los personajes y sucesos serán subjetivas, conjeturas y sugerencias.



4. Se identifica con el personaje:

Aunque el narrador no es un personaje de la historia, los juicios de valor u opiniones que muestra se identifican con los del personaje al que sigue.

5. Crea una conexión entre el lector y el personaje:

Este narrador, al darnos el punto de vista de un personaje, acerca a éste y el lector, logrando una mayor empatía

 

viernes, 26 de enero de 2018


Cómo usar el narrador en segunda persona
Hemos hablado ya sobre el narrador en primera persona y sobre el narrador en tercera y, al hacerlo, siempre aparecen preguntas relativas al narrador en segunda persona. Ya sea en los comentarios, ya por correo electrónico, muchos de vosotros nos planteáis vuestras dudas (no dejéis de hacerlo, contestamos siempre) sobre este narrador.
¿Cómo es? ¿Cómo se usa? ¿Cuáles son sus particularidades?
Hablemos sobre el narrador en segunda persona.
El narrador en segunda persona
Empecemos por definir qué es un narrador en segunda persona.
El narrador en segunda persona es aquel que cuenta la historia a un «tú» (o «vosotros» o «ustedes»). Lo vemos con varios ejemplos.
El primero está tomado de la novela Un lugar pagano, de Edna O’Brien:
Manny Parker era botánico, siempre a la intemperie hiciera el tiempo que hiciera, vivía con su hermana, que llevaba la confitería, comían carne los viernes, eran protestantes. Tu madre iba a su tienda, los consideraba gente de bien.
El siguiente pertenece a Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes:
Casa y hacienda, herencia son de los padres, pero una mujer prudente es don de Yavé y en lo que a ti concierne, cariño, supongo que estarás satisfecho, que motivos no te faltan, que aquí, para ínter nos, la vida no te ha tratado tan mal, tú dirás, una mujer sólo para ti, de no mal ver, que con cuatro pesetas ha hecho milagros, no se encuentra a la vuelta de la esquina, desengáñate.
El último pertenece a Aura, de Carlos Fuentes:
Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tú releerás. Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. Tres mil pesos mensuales, comida y recamara cómoda, asoleada, apropiada estudio. Solo falta tu nombre. Solo falta que las letras más negras y llamativas del aviso informen: Felipe Montero.
Narrador en segunda persona homodiegético o heterodiegético
Ahora que con estos ejemplos ya tienes más claro cómo funciona el narrador en segunda persona en el texto, te habrás dado cuenta de una cosa: el narrador en segunda persona puede contar la historia desde dentro o desde fuera de la misma.
Es decir, puede ser un narrador homodiegético o heterodiegético. No te asustes por los palabros, que en seguida los aclaramos.
El narrador en segunda persona puede ser un narrador homodiegético, es decir, que se sitúa dentro de la historia contada, como protagonista o testigo. Este narrador se corresponde con el narrador en primera persona. Así sucede en el caso de las novelas de Edna O’Brien y Miguel Delibes.
En ambas tenemos a una narradora que cuenta su propia historia. En Un lugar pagano es una mujer que recuerda su infancia y adolescencia en la Irlanda rural de los años treinta y cuarenta del siglo pasado. En Cinco horas con Mario se trata de una mujer que se acaba de quedar viuda y repasa la historia de su matrimonio ante el cadáver de su esposo.
En ambos casos se trata de un narrador homodiegético (primera persona) en toda regla que cuenta lo que sabe, lo que recuerda y lo que supone.
Pero el narrador en segunda persona también puede ser un narrador heterodiegético, es decir, que cuenta la historia desde fuera y que, por tanto, se corresponde con un narrador en tercera.
Como en Aura, donde un narrador omnisciente va relatando los pasos y vivencias del protagonista, Felipe Montero. Aquí tenemos a un narrador omnisciente que describe lo que hace el personaje principal casi de manera simultánea, como si la narración fuera «en tiempo real».
Entonces, si el narrador en segunda toma la perspectiva de un narrador en primera o de un narrador en tercera, según cuente la historia desde dentro o desde fuera de la misma, ¿cuál es su particularidad?
Que en el caso de la narración en segunda persona esta tiene lo que podríamos llamar un «destinatario interno».
El destinatario interno
Toda narración, sea una novela o un relato, tiene un destinatario: el lector.
Por lo general se trata de un destinatario colectivo, porque se compone de la multitud de lectores que disfrutarán de la lectura de la obra.
Ese destinatario colectivo está implícito y rara vez aparece mencionado en la obra. Aunque a veces lo hace, cuando el narrador interpela al lector para crear determinados efectos. Pero esto, aunque en puridad se trataría también de un narrador en segunda persona, requeriría un artículo aparte.
Además, ese destinatario colectivo e implícito es, y este es el quid de la cuestión, un destinatario externo. Está fuera de la historia y no sabe nada sobre ella excepto lo que va leyendo, no sabe sino aquello que el narrador le revela.
Sin embargo, el narrador en segunda persona se sirve de un destinatario interno. Es decir, un destinatario que está dentro de la historia y por tanto la conoce.
Es cierto que el destinatario interno del narrador en segunda no se pronuncia jamás, no da su versión de los hechos ni contradice o desmiente al narrador, pero está dentro de la historia.
Así, el «tú» al que se dirige la narradora de Edna O’Brien es ella misma. La mujer mayor que rememora sus días de juventud se está contando la historia de sus recuerdos a sí misma.
El «tú» al que se dirige la narradora de Miguel Delibes es Mario. La viuda interpela a su propio marido (de cuerpo presente).
El «tú» al que se dirige el narrador de Carlos Fuentes es el propio protagonista, Felipe Montero.
Cómo usar el narrador en segunda persona
Como hemos visto, la característica fundamental del narrador en segunda persona es precisamente ese destinatario interno.
Por tanto, si quieres usar este narrador, deberás prestar atención al destinatario interno al que se dirigirá tu narrador. Se trata de darle al lector las claves para que comprenda quién es ese destinatario al que se dirige la historia.
Tienes que tener claro:
·         Su identidad
Tienes que dejar claro quién es el destinatario de la narración, qué relación guarda con el narrador e incluso qué papel juega dentro de la historia.
Ten en cuenta que la identidad del destinatario marcará la manera en que el narrador se dirige a él. Por ejemplo, si es su amante se dirigirá a él con palabras de amor, pero si es el magistrado que juzga su caso lo hará de una forma más distante y respetuosa.
·         La relación entre narrador y destinatario
Esta relación atañe al grado de veracidad que el lector achacará a la historia contada y viene muy marcada por la identidad del destinatario.
Imagina el caso del acusado que escribe al juez, se le puede suponer un deseo de exponer los hechos de un modo favorable para él con el objetivo de obtener así la simpatía del juez.
Esto sucede en especial cuando se usa un narrador homodiegético (en primera persona).
·         El lugar y la época en que ese destinatario se encuentra
El destinatario interno puede compartir tiempo y lugar con el narrador, como la esposa de Cinco horas con Mario. Pero también puede estar en el pasado, como la joven a la que se dirige la mujer madura de Un lugar pagano. O en el futuro, por ejemplo en el caso de una historia que un hombre escribe para que su hija la conozca cuando sea mayor.
Si el destinatario interno y el narrador comparten lugar y tiempo, el narrador puede incorporar las reacciones del destinatario a su discurso.
Es decir, aunque el destinatario no se manifieste de manera explícita (no puede hacerlo porque el narrador no le presta su voz), el narrador da las claves de cómo reacciona el destinatario, dejando ver su sobresalto, desacuerdo, aquiescencia, hilaridad, etc.
Por ejemplo: «¿Te sorprendes? Pues sí, aquella noche vi como besabas a Isabel en la terraza. No te dije nada, pero lo vi». O bien: «¡No me interrumpas! Siempre haces lo mismo. Deja que termine de explicarte el estado en que llegué a la oficina aquel día. Me temblaban las piernas y casi no podía respirar».
Por qué usar un narrador en segunda persona
El narrador en segunda persona es un narrador la mar de interesante, ¿verdad? Pues aquí tienes un par de ideas por el que te puede interesar usarlo en tus textos.
·         Crear un efecto de oralidad
El narrador en segunda persona es ideal para crear un efecto de oralidad en la narración. Como si el lector, en lugar de leer, estuviera escuchando la historia que el narrador le relata.
Este recurso es ideal si escribes relatos. Puedes usarlo para comenzar a narrar tu historia, haciendo una pequeña presentación de la misma. Ánxel Fole lo utilizaba con frecuencia en sus relatos. Como en Lordanas.
Lo que os voy a contar sucedió en Lugo, por los últimos años del siglo pasado. Se lo oí a mi padrino hace ya mucho tiempo. Mi padrino sabía muchas de estas historias de miedo. Se lo oí una tibia noche del mes de julio, cuando estábamos sentados en la era, allá en Fingoi, una aldea que está cerca de Lugo.
O en El documento.
No se rían de mí si les digo que fui testigo de un documento firmado en la cima de un fresno, allá en la tierra de Amandi… Hará ya unos veinte años. Hacía dos o tres meses que estaba allí de maestro.
Esa apariencia de oralidad también puede funcionar muy bien en obras de fantasía épica, porque recuerda a la manera en que se narran las grandes hazañas heroicas de todos los tiempos, desde los cantares de gesta a las obras de la Antigüedad clásica, pasando por las sagas nórdicas.
·         Reforzar el lazo que se crea entre narrador y lector
El narrador en segunda persona también refuerza el lazo que se crea entre narrador y lector.
De manera casi inconsciente el lector se identifica con ese «tú» al que la historia se dirige, de manera que se siente aludido por la narración. Siente como si el narrador se estuviera dirigiendo directamente a él.
Toda obra busca que el lector empatice con lo contado y el narrador en segunda persona puede ayudarte a lograrlo.
·         Experimentar
Eres escritor y lo lógico es que quieras experimentar con las diferentes maneras de contar una historia, probar nuevos recursos, aprender, innovar, sorprender al lector…
Que todas tus obras sigan la misma estructura y usen el mismo punto de vista no solo aburrirá al lector, lo más seguro es que acabe por aburrirte a ti también.
Un narrador en segunda persona presenta ciertas complejidades, de ahí que su uso no sea tan frecuente (aunque tampoco es tan extraordinario y si prestas atención te vas a encontrar con él más veces de las que piensas). Pero deberías probarlo al menos una vez en tu vida.
Con lo que te hemos explicado, puedes intentarlo con ciertas garantías. Y si no sale bien, no pasa nada. Para aprender y mejorar hay que equivocarse muchas veces.
Y si quieres continuar aprendiendo nuevos recursos y técnicas que aplicar a tus textos, únete ya a nuestra comunidad de escritores. Justo aquí debajo puedes dejar tu nombre y tu correo para recibir todas las semanas nuevos contenidos.
 

martes, 23 de enero de 2018


Taller de contes i relats breus                 DEURES – 12

Escriviu un relat de no més d’una pàgina.

Narrador: Protagonista en 2a persona.

Hi ha d’haver un CONFLICTE INTERN IMPORTANT

 

El conflicte intern consisteix en la lluita amb un mateix: per exemple, la lluita per superar una ruptura sentimental o una addicció.

lunes, 22 de enero de 2018


Taller de Escritores

El conflicto
o cómo dar cuerpo a una historia

 

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23-04-2017
Por César Sánchez





Hoy es 23 de abril. ¡Feliz Día del Libro! En este artículo voy a hablar sobre un elemento importantísimo en narrativa: el conflicto. Explicaré qué es exactamente un conflicto, por qué resulta imprescindible que toda historia incluya uno y cuál es la forma de crearlo.



¿Qué es un conflicto?

Un conflicto, tal como lo entendemos en narrativa, es una confrontación entre dos o más fuerzas, una de las cuales, como mínimo, está encarnada en un personaje. Pondré un ejemplo, así podrás captar el concepto perfectamente:

En la novela Papillon, de Henri Charrière, se nos cuenta los intentos de un preso por fugarse de un penal de la Guayana Francesa. En esta historia tenemos, por un lado, a un personaje, Papillon, y, por otro, a todo un conjunto de fuerzas que se le oponen: los carceleros, la propia cárcel, con sus muros, la selva que tiene que atravesar, los indígenas, etc. Este enfrentamiento entre el prisionero y todas las fuerzas que actúan en su contra en su intento de evadirse del penal configura el conflicto principal de esta novela.

Un conflicto puede tomar formas diversas: puede ser un enfrentamiento en el que prime la acción física, como en el caso de la fuga de Papillon, que se ve obligado a recorrer una buena parte de Sudamérica en su huida, pero también puede ser un enfrentamiento dialectal. Es lo que sucede, por ejemplo, en aquellas historias en las que la lucha toma la forma de proceso judicial, como sucede en la novela Anatomía de un asesinato, de Robert Traver. En esta historia tenemos, por un lado, al abogado defensor, y, por otro, a los fiscales. Sus intereses son opuestos: el abogado defensor trata de librar a su cliente de un cargo por asesinato, y los fiscales tratan de que se le declare culpable. Un conflicto puede también no ser ni físico ni dialectal, sino consistir en la lucha de alguien consigo mismo, en su fuero interno: por ejemplo, su lucha podría consistir en una por superar una ruptura sentimental o una adicción.


¿Por qué es tan importante el conflicto en narrativa?
Un conflicto permite dar cuerpo a una historia. De hecho, se puede decir que el conflicto es la historia en sí. Sin conflicto, no tendremos peripecia que contar, sino una simple secuencia de acontecimientos sin interés dramático. De nuevo, lo mejor es ejemplificar:

Imaginemos que nos vamos una semana de vacaciones a, pongamos, Islandia. Llegamos allí en avión, nos alojamos en un hotel y hacemos varias excursiones en autobús por la isla: visitamos los géiseres, los volcanes, los lagos, probamos los platos típicos del país e incluso tenemos ocasión de conocer a su gente, que resulta ser muy agradable y hospitalaria. Al de siete días, cogemos el avión de regreso a nuestro país. Todo fue perfecto, sin un solo imprevisto, y así se lo contaremos a nuestros familiares y amigos: un viaje que valió la pena y que recomendaremos hacer.

Pues bien: aquí no hay ninguna historia que contar. Ha sido un bonito viaje, eso sí, pero cuando se lo contemos a alguien no le estaremos contando una historia: le estaremos contando un viaje, sencillamente. No tiene contenido dramático.

Ahora imaginemos esto: llegamos a la isla, nos alojamos en el hotel, y ya el segundo día, en la visita a los géiseres, el pasaje del autobús al completo es secuestrado por unos terroristas que claman por la independencia de una parte del país. Los secuestradores, armados con fusiles, nos llevan a unas cuevas, en las laderas del volcán Sneffels, y allí nos mantienen retenidos a la espera de que el gobierno ceda al chantaje. Pero el gobierno se mantiene firme, y los secuestradores, para presionar, ejecutan a uno de nuestros compañeros. Desesperados, decidimos fugarnos como sea. Tras un primer intento fallido, en el que mueren dos de nuestros compañeros, logramos escapar a través del volcán. Tras andar tres días por las montañas, llegamos sanos y salvos a un pueblo. Cuando regresemos a nuestro país, ¿tendremos en este caso una historia que contar?

La diferencia entre estos dos viajes es que en el primero no luchamos contra nada ni nadie, ni llegó a estar en juego nada importante, mientras que el segundo sí. En el segundo libramos una lucha contra los secuestradores y contra el volcán y estuvo en juego nada menos que nuestra vida.

martes, 16 de enero de 2018


Aquest és un exemple d'Epifania

LA LIEBRE

-Epifanía-

 

Aquella madrugada –como la mayoría de los viernes- había ido de copas con mis compañeros de oficina y, después de que cerrara el último bar, cogí mi coche para irme a casa.  Como de costumbre, me sentía bastante mareado. Circulaba yo sólo por la carretera cuando, de repente, apareció una liebre. Intenté esquivarla, pero le pasé por encima. Bajé del coche para comprobar si éste había sufrido alguna abolladura. Afortunadamente el auto estaba intacto. Sobre un charco de sangre, con las entrañas desparramadas por el asfalto, estaba el animal. No podía apartar mi vista, estaba como hipnotizado. En aquel instante supe que iba a dar un giro a mi vida.

Ahora soy matarife en el Matadero municipal. Me siento feliz y realizado.

Taller de contes i relats breus                 DEURES – 11

Escriviu un relat de no més d’una pàgina.

Narrador: Protagonista en 1a persona.

El contingut del relat ha de ser una EPIFANIA

 

EPIFANÌA JAMES JOYCE

EPIFANÍA SEGÚN JAMES JOYCE

LA EPIFANÍA es una revelación, es una iluminación que ofrece al sujeto-personaje una visión simbólica y específica de su realidad.

ES EL DESCUBRIMIENTO DE UNA VERDAD ÍNTIMA, PERSONAL Y ESENCIAL de la que no se tenía conocimiento anteriormente. Es un TOMAR CONCIENCIA DE UNO MISMO Y DE TU YO INTERIOR.

LA EPIFANÍA permite que caiga el velo de la costumbre, nos muestra la MEDIOCRIDAD DE LA VIDA  BURGUESA (O DE LA VIDA SIMPLEMENTE), CUESTIONA EL STATU QUO AFECTIVO Y EXISTENCIAL. La realidad social, local, nacional, las identidades personales y nacionales son fuertemente puestas en tela de juicio. Es el descubrimiento doloroso de la naturaleza vulgar de la realidad urbana (tanto en Dublín como en cualquier otra ciudad)
La nota dominante es la melancolía, la inseguridad, la revelación de las mezquindades de la gente, el rompimiento de los ideales de las fantasías románticas que afectan a los sujetos más soñadores o frágiles.

La realidad se ve con desapego, con ironía, con distancia.

VER RELATOS DE DUBLINESES COMO EJEMPLO MAYOR DE ESTA CARACTERÍSTICA, TAMBIÉN LA FIGURA DE LA MAGDALENA DE PROUST.

 

 

lunes, 15 de enero de 2018


La descripción y la perspectiva

Siguiendo la técnica de la pintura, se puede aplicar la perspectiva a la descripción de ambientes, además de los colores, tal como se realiza en el cuadro. La perspectiva es el arte de representar en una superficie los objetos según la forma y disposición en que aparecen a la vista, por lo común en planos más cercanos y más lejanos.

En el siguiente fragmento de Las cosas, de George Perec, la descripción se desarrolla en perspectiva, y por tanto abarca distintos planos, tal como señalamos a continuación:

Sobre el diván, un portulano ocuparía toda la longitud del panel. (Primer plano)

Más allá de una mesita baja, debajo de un tapiz de oración de seda sujeto a la pared por tres clavos de cobre de cabeza gruesa, y que haría juego con el cortinaje de piel, otro diván, perpendicular al primero, (…) (Segundo plano)

Más lejos, después de una puerta acolchada, unos estantes superpuestos, ocupando el ángulo, contendrían álbumes y discos, al lado de un tocadiscos cerrado del que sólo se distinguirían cuatro botones de acero rayados con líneas entrecruzadas, y sobre éste, un grabado representando el Gran desfile de la fiesta del Carrousel. (Tercer plano)

Por la ventana, provista de cortinas blancas y pardas a imitación de la tela de Jouy, se divisarían algunos árboles, un parque minúsculo, un trozo de calle. (…) (Cuarto plano)

Todo sería pardo, ocre, leonado, amarillo: un universo de colores algo amustiados, de tonos cuidadosa, casi preciosamente dosificados, en medio de los cuales sorprenderían algunas manchas más claras, el anaranjado casi

chillón de un cojín, algunos volúmenes abigarrados perdidos entre las encuadernaciones en piel. En pleno día, la luz, entrando a chorros, daría a esta estancia un tono algo triste, a pesar de las rosas. (Plano general)

El punto de vista pictórico

El pintor no copia la realidad, sinó que la recrea a partir de una técnica específica que se evidencia en el cuadro. esta recreación corresponde al modo individual de mirar el mundo que tiene cada pintor. Un escritor como Claude Mauriac explica la técnica y dice: “Basta pintar lo que vemos, como lo vemos, sin plantearnos ningún problema. Hablo de los pintores, hablo como pintor, pues escribir es para mí describir. No la realidad tal como nos es dada, totalmente hecha, a los ojos de todos y a los míos si me quedo en actitud passiva, sinó tal como la veo yo y nadie más la ve. De aquí que tanga que descomponerla antes de recomponerla para descubrirla a la mirada de los demàs. Así es como actúan desde siempre los pintores que, teniendo en cuenta las técnicas de su época, intentan expressar lo que ven, como lo ven, y no como lo han visto los demàs. Gischia nos recuerda que para el hombre romano los frescos de Saint-Savin corresponden a una realidad profunda e indudable. (...) Chagall, que ha habido un realismo neoclásico con David e Ingres, un realismo del romanticismo con Delacroix, un realismo del naturalismo con Courbet. (...) Todos somos realistas, Picasso tanto como Botticelli, y los autores de la nueva novela tanto –no menos, en todo caso- como pueden serlo los novelistas tradicionales.”

 







Carmen Martin Gaite dice que se identifica con el cuadro de Edward Hopper Habitación de hotel, y se concentra en la protagonista. Es una joven sentada al borde una cama, cabizbaja, con un libro entre las manos y el equipaje a su lado:


Habitación de hotel es una novela. La mujer del cuadro busca algo que, sea lo que sea, no ha encontrado. Ni siquiera h abierto el equipaje. Está harta. Es joven y no sabe qué hace ahí, ni a qué ha venido.  Probablemente no tiene a nadie a quien llamar y, aunque lo tuviera,  a esas horas no se puede llamar a nadie, eso es algo que también conozco bien. La mujer está esperando a que pase la noche, quiere que sea de día para poder irse. Quiere escaparse, y por eso en las manos tiene una guía de horarios de tren. Está decidiendo hacia dónde escapar.”